jueves, 12 de enero de 2012

Mi padre me contó

Cuando llegaba el verano, poca cosa comían mis gallinas. Ya nada verde quedaba, la tierra agua no recibía, sin embargo, con el rocío del amanecer, cual lentejuela, veía brillar la verde chiripita en la supeficie del estanque. La naturaleza me aportaba su humilde solución, para que las gallinitas picoteasen felices al solajero más de un día del seco estío.